En uno de estos pocos momentos de lucidez que se puede tener en estos tiempos, hay que aprovechar para centrarse y hacer que las cosas tengan un sentido más profundo y real dentro de nosotros y de nuestra pobre psique tan agobiada por el entorno conflictivo en que se encuentra en estos momentos tan convulsos del año 2020.
Lo que tenemos que asentar en nuestra conciencia es que la verdadera guerra o más bien la lucha a la cual tenemos que participar no es contra el rico o el pobre, si somos blancos y negros, conservadores o liberales, de derecha o izquierda.
La lucha que tenemos que fomentar y sobre todo comprender, es contra quienes están pudriendo el sistema en el que estamos, que en realidad no es nada, no es una sola entidad, es un aglomerado de entidades que lo están dirigiendo hacia la dirección equivocada.
Los últimos milenios de nuestra historia han sido muy parecidos, grandes centralizaciones de poder se han alternado, imperios, reinos, principados, repúblicas, dictaduras o falsas democracias en las que el más listo gobernaba directamente o indirectamente el resto de personas.
Pero en estos momentos de caos tenemos la oportunidad de cambiar las cosas y de comprender que realmente la disparidad social no es un bien para nadie.
No es positivo para quien tiene o vive bien, ni para el resto. Por el simple hecho que lleva al conflicto, a la guerra o a la destrucción y desaparición de los recursos del planeta en que vivimos todos.
La verdadera lucha que tenemos que hacer es para ayudar a desmantelar lo siguiente:
- Las farmacéuticas, que en lugar de curar nos mantienen en la ignorancia y nos enferman cada vez más haciéndonos más débiles, haciéndonos creer que dependemos de sus fármacos. Si no estás enfermo no necesitas su negocio.
- Los bancos, que nos hacen esclavos de la idea que tenemos que tener dinero para poder sobrevivir. Cuando en realidad para vivir bien solo necesitamos SALUD.
- Las aseguradoras, que instilan miedo en la gente, para que se cubran de eventuales desgracias o cosas terribles que les puedan ocurrir.
- La industria, que ensucia y destruye nuestra casa, el medio ambiente, saturando el mundo de sustancias nocivas derivadas de la producción industrial a gran escala.
- La falsa ciencia, que en lugar de mejorar nuestras vidas, sirve las corporaciones y la industria, creando para ellas sin ningún escrúpulo, ética o moral.
- Las grandes corporaciones, que aglomeran riqueza y dinero en las manos de élites que redistribuyen pequeños porcentajes de sus ganancias a proyectos sin animo de lucro que en lugar de hacer el bien reinvierten en proyectos ficticios que no resuelven verdaderos problemas (muchas veces los alimentan).
- Los medios de información, que en lugar de informar a los ciudadanos, les cuentan mentiras, pagados por empresas, grandes corporaciones, bancos.
- La medicina tradicional, luchar para que integren terapias de nuevo paradigma, en lugar de servir la falsa ciencia.
- Las religiones, que en lugar de conducir la gente hacia la verdad y la unidad, las mantienes divididas y ciegas sobre los verdaderos misterios y milagros de la vida.
Seguramente hay más cosas que puedes añadir en tus comentarios, pero lo que es cierto es que hay tener todo esto muy claro antes de opinar o evangelizar.
Y lo más importante una vez entendido todo esto, es entender cómo hablar con la gente.
Hay que difundir el amor y la comprensión, intentando cambiar nuestro metro cuadrado, nuestro pequeño entorno, en lugar de querer cambiar el mundo.
Y lo más importante es entender sobre todo que este sistema que tenemos no existe sin nosotros y sobre todo sin nuestra forma de alimentarlo a través de palabras, piensamentos, emociones, obras y acciones cotidianas.